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Rodolfo Fogwill

Esta semana llega un nuevo libro de Fogwill, “La gran ventana de los sueños”. Una obra póstuma de -y sobre- uno de los mejores escritores argentinos. Decimos que la obra es de y sobre Fogwill porque se trata de los sueños del autor, narrados por el autor.

Fogwill: asmático, publicista, sociólogo, autor de Los pichiciegos – novela que se encargó de informar a toda la población que la escribió en tres noches con 12 gramos de cocaína, de un solo tirón. Además, es considerada la mejor novela sobre Malvinas que se haya publicado.

El hombre que hizo el prologo de su libro póstumo, que seleccionó los cuentos de su antología, el de los “ojos azules sin una gota de piedad”, que hablaba de sus hijos en cada entrevista, que ganó fortunas, compró veleros y hablaba solo y escribió uno de los mejores comienzos de una novela (Muchacha punk), decía de si:”Mi pose es esta: yo siempre aspiro a mentir con la verdad. Engañar de que valgo la pena diciendo que no valgo la pena”.

Y dicen otros (y no dicen más):

“(…) planteada una buena antología de treinta cuentos argentinos, que incluyera las mejores piezas, compilada por un imparcial juez de cuentos, libre de amiguismos y compromisos, allí, en el primer escalón, Fogwill estaría compartiendo espacio con Borges, con Artl, con Roberto Fontanarrosa”, escribe Elvio Gandolfo.

“Un maestro de la elipsis”, dijo Borges.

“Son ventiún cuentos. Siete son de antología. ¿Quién tiene siete cuentos de antología en este país?”, dice Fogwill sobre su obra.

Pero la obra de Fogwill es poco conocida. Fogwil, a pesar de su excentricidad y genio es poco conocido. Fogwill, a pesar de haber creado “el sabor del encuentro”, es poco conocido. Lo dicho: todo se ha ido a la mierda.

Ahora que Rodolfo Enrique ha muerto y que Fogwill está más vivo que nunca, tenemos acceso a sus sueños.

“Es decir, se abre al sueño: pura imagen y tiempo que no suceden en lugar alguno. Y que ahora, malamente, se reproducen sobre papel como simulando una obra. Y tal vez sea una obra. Obra del sueño u obra del dueño, siempre será más original que cualquier intento de ficción. Cualquiera –y a mí me ha sucedido- puede volver a escribir o reescribir la obra de otro, pero nadie podrá resoñar tus sueños, ni soñar los suyos con tu propio estilo de soñar, o de escuchar tus sueños”. (RF)

Un adelanto, acá, acá y acá.

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